>MARÍA ELENA SÁNCHEZ ARROBA
Universidad de Quintana Roo Departamento de Humanidades División de Ciencias Políticas y Humanidades
Quienes nos dedicamos a la docencia en las universidades de Quintana Roo detectamos en los alumnos dificultades para la comprensión lectora de textos académicos, así como para la expresión oral y escrita de contenidos de las diversas disciplinas. Esa “debilidad” en la formación de los egresados del bachillerato precisa de la atención de las autoridades educativas para apoyar a éstos en la elaboración de sus trabajos académicos, tanto para su vida universitaria como para su vida profesional.

La situación se torna más grave si, tras obtener el grado de pasantes, necesitan escribir un trabajo para la titulación. No olvidemos que uno de los indicadores más importantes en el proceso de acreditación (nacional e internacional) de las licenciaturas, y en la evaluación de programas de posgrado del Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es el índice de titulación.
El logro de la meta de la titulación compromete no sólo a los profesores de Español, sino también todos los docentes universitarios, quienes tenemos la obligación de enseñar a leer, a escribir y a estudiar en una determinada cultura escrita, en una específica comunidad académica, es decir, en una determinada disciplina. Nuestra meta es formar a los alumnos para que escriban y lean como lo hacen los especialistas, lo que nos obliga a favorecer su acceso a la cultura escrita de la disciplina de nuestra especialidad (Carlino, 2013, p. 370).
“… se requiere que los actores involucrados, sobre todo profesores y autoridades institucionales pertinentes, empiecen a considerar que no se puede aprender una materia a menos que se lea y se escriba acerca de ella. En otras palabras, que no es optativo, sino que es imprescindible que los alumnos escriban y lean en esa asignatura para aprenderla”. (Carlino, 2014, p. 6).
Los estudiantes, sin embargo, tienen serias dificultades de comprensión lectora, además de escritura, y, en algunos casos, hasta hábitos negativos como “plagiar textos” al omitir citar y dar las referencias bibliográficas que corresponden. Entre los errores de estos universitarios destacan la mezcla de fragmentos de diversos textos, la mezcla del lenguaje coloquial con el especializado y, sobre todo, una gran dificultad para estructurar un discurso propio y exponer una postura personal. Se les dificulta desarrollar una forma de comportarse, interactuar, valorar, pensar, creer, hablar y, a menudo, de leer y escribir aceptada para determinados roles o tipos de personas. Ante tal problemática, hace dos años, en el foro estatal para contribuir a la integración del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación de la administración federal, en la mesa de Formación de Recursos Humanos Especializados e Impulso a las Vocaciones en Humanidades, Ciencia, Tecnología e Innovación, expuse tres propuestas que constituyen un área de oportunidad en las instituciones de educación superior de Quintana Roo: 1.

La creación de programas educativos especializados en la formación de docentes de Español en el área de Alfabetización Académica, es decir, en el dominio retórico de ciertos géneros discursivos, y en la participación en las prácticas sociales de las comunidades de expertos de diversos campos del conocimiento (Carlino, 2013). Es preciso reforzar la capacitación de los profesores de Español de todos los niveles, actualizándolos sobre la estructura del idioma y los procedimientos de su enseñanza-aprendizaje, ya sea como lengua materna o como segunda lengua, en el caso de la población hablante de la lengua originaria de esta región, el maya yucateco.
Como resultado de esa actualización, urge capacitar a los futuros docentes en la realización de planes de estudio, programas de clase y secuencias didácticas, que incorporen nuevos sistemas de enseñanza de escritura y de comprensión lectora, así como los mecanismos para ponerlos en práctica. Las ciencias del lenguaje han aportado modelos teóricos y metodológicos que facilitan el desarrollo de la comprensión lectora de textos académicos, y a la enseñanza de la escritura académica en español, como una línea de aplicación de la teoría lingüística, precisamente, la llamada Alfabetización Académica. 2.

Inclusión de dos asignaturas transversales en el área de Alfabetización Académica (Comunicación Académica y Redacción Académica en Español) en los programas de licenciatura. Dado el valor epistémico que tiene la escritura académica, desde la década de los setenta, se pondera la habilidad de escribir textos académicos como base para la construcción y difusión del saber. Por tanto, en toda reforma educativa vinculada al enfoque de competencias, se priorizan los programas de escritura a través del currículum y escritura en las disciplinas.
Así, todo programa de licenciatura debe incluir asignaturas relacionadas con la capacidad discursiva de sus estudiantes, las que deben orientar a la mejoría de su expresión oral y escrita, para que éstos aprendan a exponer, argumentar, contraargumentar, resumir, buscar información, jerarquizarla, valorar razonamientos o debatir, tal como se hace en cada disciplina (Carlino, 2013).
Esto implica desarrollar la conciencia retórica que facilita identificar a los distintos géneros textuales por los rasgos que estos comparten: organización discursiva, propósito comunicativo, relación entre los participantes involucrados en el evento comunicativo y rasgos léxicos y gramaticales. 3. Creación de centros de escritura en las instituciones de educación superior de Quintana Roo. Si bien los centros de escritura, sistemas de trabajo y aprendizaje colaborativo para el desarrollo de habilidades de escritura mediante la tutoría entre pares, fueron creados inicialmente en universidades de los Estados Unidos como laboratorios o clínicas, hoy se dispone de centros de escritura en universidades de todo el mundo, en especial en el área hispana.
El desarrollo de una escritura académica en el estado puede lograrse con la creación de centros de escritura en todas las instituciones educativas del nivel superior, en los que se ofrezca atención a estudiantes e investigadores para la mejoría de sus habilidades de lectura y escritura, y, por ende, para elevar la calidad de una comunidad académica emergente (Molina, 2014).
Es frecuente que también los investigadores requieran apoyo profesional de especialistas en las ciencias del lenguaje para la escritura de artículos que deben publicar en revistas indexadas, por lo que los centros de escritura, generalmente ubicados cerca de las bibliotecas o en su interior, ofrecen tutoría a toda la comunidad universitaria. A esto se suma la ventaja de que, en el contexto actual de globalización, los centros de escritura también ofrezcan apoyo en la redacción de textos académicos en otras lenguas, en particular en inglés, pues, en la comunidad científica, se fomenta la publicación de artículos en esa lengua.