Zita Finol

Con la puesta en Cancún, Chetumal y Cozumel del Ballet Nacional de Cuba escenificando El Lago de los Cisnes, cuya primera presentación reunió a más de cinco mil personas en el Poliforum Benito Juárez de la primera ciudad, la Secretaría de Cultura, promotora de los eventos, puso a Quintana Roo en el mapa de los grandes espectáculos nacionales.
El interés y esfuerzo de Ángel Rivero Palomo, el secretario estatal de Cultura, logró no sólo acercar sino además involucrar a la comunidad del Estado en la presentación, histórica en Quintana Roo, de una de las grandes artes escénicas como es el ballet. En relativamente poco tiempo, el funcionario demostró que pese limitaciones económicas, mucho es lo que se puede lograr con creatividad y talento. Sería muy deseable que Rivero Palomo continuara en el cargo en el sexenio por entrar.
Cabe destacarse que en las escenificaciones del Lago de los Cisnes brilló la presencia de Alicia Alonso, la primera bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba, a quien se debe en gran parte el éxito mundial del grupo de danza cubano. Ella viene en compañía de su esposo Pedro Simón, director del Museo de la Danza de Cuba.

ALICIA ALONSO, LEYENDA VIVA

¿Qué se siente al estar frente a una leyenda, una leyenda de belleza y armonía física de ochenta y un años?… Un gran respeto, más cuándo podemos constatar que su interior parece estar hecho de un acero que se resiste a doblarse, de un temple que aún sostiene, sin palabras: ¡el futuro se merece todo!; sólo podemos sentir un gran respeto por ella y por su obra de toda la vida, el ballet cubano.
La notable bailarina absoluta Alicia Alonso, directora del Ballet Nacional de Cuba, como se dijo, está ligada de manera íntima a la obra El Lago de los Cisnes, de la que es el alma coreográfica y a su interpretación genial de los personajes de Orete y Oídle, resultado de un largo proceso de depuración y profundización que comprendió varias décadas.
Su tarea incluyó el estudio minucioso de las tradiciones folclóricas y las leyendas que inspiraron el libreto, así como un detallado análisis de la partitura compuesta en 1876 por Piotr Ilich Tchaikovski, uno de los grandes compositores clásicos rusos y uno de los “cinco grandes maestros del ballet”
Alicia casi ha perdido la vista, pero su figura es erguida, delgada, estética; continúa usando el pelo recogido hacia atrás, con una gruesa cinta roja que enmarca su perfil y refleja una fuerte personalidad. Su pensamiento es lúcido y sus palabras son una mezcla de dulzura y energía; proyecta una vitalidad que trasciende a quien la escucha.
Para ella, la humanidad debe preservar su propio futuro mediante la cultura y el arte, luchando porque la belleza no quede fuera de nuestras vidas; no hay que matar, hay que crear. Afirma.
Con brevedad nos lleva a sus inicios en el ballet. Cuenta que apenas tenía siete años y se iniciaba en el baile español, cuando supo que era lo que quería hacer en la vida: bailar, y hacia allá fue, hacia el baile clásico. Simple pero hermoso; el baile es pantomima, expresión del ser humano y a las palabras las sustituye la música. No se necesita más. Eso explica también su interés en la coreografía, en dar a la danza un toque especial.
A nuestra pregunta sobre qué matices, qué elementos  considera que el ballet cubano que ella representa ha incorporado al ballet universal, sobre todo al ruso, responde que inevitablemente esta danza responde a  la cultura propia de los países y cada una de ellas le da un toque especial, propio.
– Usted fue quien dio ese toque al ballet cubano, hoy con reconocimiento mundial ¿Qué considera que le añadió en la técnica, en la escenografía?
– Diría que hay que tomar en cuenta la estructura física de los cuerpos latinos, añadir un poquito de aquí, un poquito allá de nuestro folclor.  Así se fue sumando cierta sensibilidad latina, más algunos toques distintivos, como por ejemplo el que en varias poses de la danza de los cisnes, las bailarinas se mantienen con las muñecas quebradas, tratando de evocar la cabeza del propio cisne.
En lo personal, Alicia considera que más allá de películas como El Cisne Negro, que para ella no refleja la realidad que se vive dentro del ballet, se trata de una carrera, de la práctica de un arte muy duro, que requiere de una disciplina y una férrea voluntad, amén del talento natural.
El comentario nos lleva a preguntar por el desarrollo del ballet en Cuba, bajo el régimen de Fidel Castro.
– Va hacia delante –dice-. Actualmente hay todos los apoyos para su desarrollo, así como para la cultura en general. Las condiciones están dadas. Basta con tener talento para que el camino se abra. Incluso, se busca detectar estos talentos por todo el país y existen pequeñas compañías de ballet en varias ciudades en las que se puede avanzar.
– ¿Y el futuro del ballet en el mundo, en esta época?
– Como lo dije. Se trata de una parte vital de la lucha por el futuro de la humanidad, para conservarla vigente tal como la queremos, sin perder de vista que se presenta a un espectador contemporáneo.
Aquí conviene mencionar que la coreografía original de El Lago de los Cisnes, creada por Pepita e Ivanov, no ha llegado a nuestros días de manera íntegra, aunque si el concepto del estilo e importantes fragmentos de la coreografía, y es por ello que, en las puestas contemporáneas, los coreógrafos repositores desempeñan un papel muy importante.
Alicia Alonso, como repositorio, coreógrafa y responsable de las grandes piezas del repertorio habitual del Ballet Nacional de Cuba, emprendió un cuidadoso trabajo con la coreografía, el estilo y la dramaturgia de esta obra. Retomó todos los elementos reconocidos como originales y siguió un riguroso criterio para fijar el estilo de este ballet, además de subrayar la coherencia narrativa de la trama.
Al decir de los críticos, su coreografía incluye momentos de gran virtuosismo, tanto en los casos en que la danza se muestra puramente académica, como en los bailes de carácter.
Hacemos a nuestra entrevistada la última pregunta. Se le ve cansada… Las compañías de ballet, por lo general, repiten una y otra vez las mismas piezas; sabemos ya de la labor de los o las repositoras, pero ¿No hay obras nuevas?
Alicia sonríe.
– Desde luego –dice – hay varios coreógrafos trabajando en ello, pero su creación no es fácil en país alguno. Se trabaja en  Rusia, Italia, Holanda, Estados Unidos y en la propia Cuba, mas se trata de un trabajo largo, de paciencia y arte. Tal vez lo más difícil de las nuevas piezas es que alcanzaran una muy larga vigencia…
“¿Por qué obras como El Lago de los Cisnes, Giselle, La Bella Durmiente del Bosque, Cascanueces y Compelía se repiten una y otra vez? Aquí tenemos el pensamiento de Stravinski, que dice que la tradición es una fuerza viva que anima el presente”.
Podría decirse que el equilibrio entre tradición y expresión contemporánea es parte del trabajo que realiza Alicia Alonso con las obras clásicas de su repertorio. Se trata de rescatar la esencia del romanticismo y del clasicismo – explica la artista – haciéndolos viables para el público de hoy, lo cual a mi juicio es la mejor forma de respetar a los clásicos.

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