Acaso por descuido o por voluntaria omisión, en las varias relatorías que se han hecho respecto de la breve pero compleja historia de Cancún, la vida institucional y política de la ciudad ha sido dejada de lado, pese a que sin ella, en lo estricto, no existiría esta ciudad y no se trata sólo del aparato público, sino también de las instituciones civiles.
Joaquín González Castro – Notario Público No. 29
Como la mayor parte de las iniciativas en un país donde el presidencialismo absorbe y concentra la mayoría de las decisiones, Cancún no fue la excepción y es precisamente una determinación del Poder Ejecutivo Federal através de un instituto nacional, el Banco de México, que surge la creación de un “centro turístico integralmente planeado”, concepto que hoy no todos comparten dada la problemática social que vivimos.
Fonatur y antes Infratur impulsaron la creación de este destino turístico que sin duda es hoy el más importante de México y obligado referente internacional en materia turística. También participó de manera determinante aprobando un crédito para el Proyecto Cancún en 1969, una institución internacional: el Banco Interamericano de Desarrollo, luego de que el Banco Mundial hubiera rechazado la solicitud de empréstitos para tal fin.
La federación decide crear un gran polo de desarrollo en la región más oriental de la República, frente a Isla Mujeres y a poca distancia de importantes zonas arqueológicas mayas, en una zona casi deshabitada, aunque con asentamientos menores como Puerto Juárez, Puerto Morelos y Leona Vicario.
Los trabajos urbanos y la erección de los primeros hoteles se inician, pues, en un lugar sin autoridades de tipo alguno.
En la primera mitad de los 70s, Cancún dependía de la Delegación de Isla Mujeres, que contaba con un subdelegado en Puerto Juárez; los últimos de estos funcionarios fueron Pablo Pacheco y Anastacio Tacho Alcocer; no olvidemos que el otrora Territorio dependía de un gobierno designado por el Presidente de la República; en los tiempos del cambio fueron gobernadores Don Javier Rojo Gómez y David Gustavo Gutiérrez Ruiz.
ALARCON MORÁLI, TATICH
En la práctica, toda la vida comunitaria entre 1970 y 1975 estuvo regida por el director en Cancún del Fonatur. Se cuenta que Alfonso Alarcón Morali no sólo era el funcionario federal de mayor nivel sino también un verdadero tatich, es decir que tenía el dinero y el poder sin ningún contrapeso. Antes de ser alcalde, en resta de la autoridad de Isla Mujeres, daba permisos para abrir comercios y era el encargado de entregar los terrenos de la nueva ciudad. Por fortuna, dicen, fue un buen hombre y no se le sabe de abusos, pero desde luego tampoco se tiene la certeza, ya que por ese entonces no existía control oficial alguno.
Aunque Quintana Roo se constituye como Estado Libre y Soberano el 8 de octubre de 1974, no es sino hasta el 5 de abril del 75 cuando las primeras autoridades estatales asumen sus cargos y unos pocos días después las de los siete alcaldías de aquel tiempo, incluido Benito Juárez, municipio que nace entre la desconfianza y el recelo de Isla Mujeres, que hubo de ceder una parte de su zona continental.
Fue entonces que aparecieron las primeras disputas por el poder entre los de casa y los que venían de fuera. Se cuenta que David Gustavo Gutiérrez Ruiz, Gobernador de transición entre lo que era el territorio el federal y lo que sería el nuevo Estado, sugirió las candidaturas de don Jesús Martínez Ross para la gubernatura y al tamaulipeco Alfonso Alarcón Morali, titular del proyecto Cancún, para ocupar la primera presidencia municipal de Benito Juárez; al primero de ellos no le agradó la sugerencia pues se inclinaba por el chetumaleño Felipe Amaro Santana.
El ayuntamiento de Alarcón Morali incluyó a Rosendo Leal, ex jefe del Jurídico del Fonatur Cancún como secretario de la comuna; tesorero, Luis Arce; Oficial Mayor, Mario Camelo Sánchez; Obras Públicas, Rubén Encalada Alonso, y como director de Seguridad Pública a Víctor García Rojas, entre otros.
Empero, la relación entre ambos no fue buena. Martínez Ross se molestaba por la descortesía del alcalde, quien no le consultaba respecto de los problemas de la naciente ciudad, ya que lo hacía con el entonces presidente Luis Echeverría, viajero frecuente a Cancún. Ello traería consecuencias.
Tras la gestión de Alarcón Morali, Rafael Lara era la carta fuerte del Fonatur, pues se había convertido en líder de la incipiente cofradía de pioneros. Sin embargo, la ojeriza de la clase política de Chetumal contra la injerencia federal era muy fuerte, sobre todo con el Fonatur. En general, para el resto del Estado, el proyecto Cancún era ajeno.
Fue en este ambiente tenso que la segunda presidencia de Benito Juárez recayó en el abogado Felipe Amaro Santana, titular del Tribunal Superior de Justicia del Estado, con lo que la administración federal quiso limar asperezas con el gobierno estatal. Rafael Lara habría de esperar.
LA SEMPITERNA MIGRACIÓN
Con un crecimiento asombroso desde sus orígenes, pronto surgió el primer error de planeación de la ciudad: no había vivienda para los miles de trabajadores que llegaban todos los días. En ese marco es que surgió la Colonia Puerto Juárez, que pretendía ser una extensión del puerto del mismo nombre; allí viviría la clase trabajadora.
En el libro Cancún, Fantasía de Banqueros, de Fernando Martí, se asienta que la gestión de Jesús Martínez Ross no mostró entusiasmo por apoyar el desarrollo urbano de esta nueva colonia; la omisión es entendible: el gobernador sabía de manera cabal que se trataba de un error del Fonatur y que no tenía por qué pagar los platos rotos el gobierno estatal.
Fue hasta 1982, en la gestión de Pedro Joaquín Coldwell que se desarrolló el programa “Nuevo Horizontes”, que tenía por fin básico del dotar de lotes con servicios a la creciente población; entre 1984-87, con la presidencia municipal a mi cargo, se rehabilitó y dotó a toda la ciudad de Cancún de agua potable, energía eléctrica, calles pavimentadas, centros de salud, escuelas y unidades deportivas.
En este programa, el más ambicioso que se había hecho en México y en el que se involucraron los tres niveles de gobierno, se invirtieron más de cuatro mil millones de pesos. Sin Nuevos Horizontes –se dijo- Cancún no estaría al nivel turístico que hoy ostenta; de no eliminarse las invasiones de terrenos y la marginación, difícilmente estaríamos viviendo aún el ascenso de este polo turístico internacional.
Además, la activación de este proyecto de vivienda jugó un papel relevante en la reconciliación entre un instituto federal con amplia presencia y poder en Quintana Roo y las autoridades locales. Por muchos años, en Cancún y en general en el Estado, no se dieron nuevos enfrentamientos entre instituciones públicas por la lucha del poder local.
Esta pugna, no obstante, se trasladó a las instituciones de partido, aunque no sería sino hasta el 2002 cuando el partido gobernante pierde por vez primera el Municipio Benito Juárez. A partir de este año es que se desata una guerra institucional sin precedente en nuestra historia nativa.
Verbigracia, recordemos que en julio del 2004, los más de los regidores del ayuntamiento renunciaron a su cargo y se instala de un “consejo ciudadano” que encabezo por breve lapso el destino de la alcaldía. Las instituciones locales se violentaron y el Estado de Derecho se vulneró. La Suprema Corte de Justicia de la Nación hubo de restablecer la legalidad en el municipio.
Antes de este grave conflicto, la gobernabilidad y el orden constitucional nunca habían estado en riesgo. El Pri fue por muchos años hegemónico y marcó la vida del Estado. Hoy, la lucha por el poder es cada vez más reñida, pues están en juego intereses económicos muy poderosos y el atractivo de Cancún como trampolín político, incide en su dinámica.
Empero, los antecedentes de esta crisis están mucho más atrás, en 1984, año en que se integraron los primeros regidores de oposición al Pri en los cabildos. Se trató de dos jóvenes: uno proveniente del Partido Socialista Unificado de México y el otro del ya extinto Partido Popular Socialista. Mas el peso de la oposición al partido hegemónico comenzó a sentirse a mediados de los 90s, cuando una alianza integrada por el Pan y el Prd causó grandes expectativas de triunfo electoral con Eduardo Pacho Sánchez como candidato a la alcaldía de Cancún; su renuncia inesperada impidió que se conociera en las urnas la voluntad ciudadana.
En los comicios de 1999, con el empresario radiofónico y hotelero Gastón Alegre, el Prd se tornó en una fuerza política real, con posibilidades ciertas de arrebatarle la gobernatura al Pri. Este escenario se repitió en el 2005, con el candidato Juan Ignacio García Zalvidea.
LA FUERZA CIVIL
De manera paralela, surgieron agrupaciones civiles con fines altruistas que dieron una mayor cohesión a la incipiente comunidad. Cabe recordar entre varios otros a los patronatos del Instituto Quintanarroense de la Cultura y de la Cruz Roja, al grupo Arcoiris, al Comité Organizador del Carnaval de Cancún y a las asociaciones de hoteleros, relaciones públicas y desde luego a los clubes de Leones y Rotarios.
En este contexto surgió el Frente Único de Colonos, que jugó un papel determinante en la vida política y social de la ciudad. Los grupos de poder con presencia real en los 80s no llegaban a diez. La Croc fue uno de estos grupos, quizá el mayor, pero se debilitó por una seria confrontación interna y la Ctm ocupó su lugar. El monopólico Sindicato de Taxistas, por su parte, es hasta hoy uno de los grupos de presión más representativos en el Estado.
En 1990 se dice que el Grupo de los Ocho, formado por estas organizaciones sindicales y sociales, presionaron al gobernador Miguel Borge Martín para que el candidato a la presidencia municipal de Benito Juárez fuera Mario Villanueva Madrid, quien después fuera gobernador.
Los grupos ecologistas, a su vez, no cobraron fuerza sino hasta fines de los 90s, con luchas lideradas principalmente por el Grupo Ecologista del Mayab, con Aracely Domínguez a la cabeza, Tulio Arrollo y otros varios más. La tardía aparición de estos grupos, quizá alentó el crecimiento y desarrollo acelerado de los primeros años de Cancún, pese a los graves problemas que ello conlleva.
No obstante, pese a errores y vicios que enfrenta la ciudad y su sociedad, no podemos negar el trabajo de los nómadas de espíritu, el de aquellos que llegamos hace muchos años a esta ciudad y decidimos quedarnos aquí, forjando un hogar para nuestros hijos. Cancún es muestra palpable de lo heterogéneo y fuerte de México.
Hoy podemos reconocer con orgullo que lo hecho aquí en tiempo y espacio, superó por mucho cualquier otro esquema de desarrollo humano. Otros sitios tuvieron que esperar centurias para lograr el desarrollo económico y social que nosotros hicimos en unos cuantos años. Nosotros somos parte de ese éxito y de ese triunfo del esfuerzo humano, sí, pero también de sus errores.
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