Pricila Sosa Ferreira Rectora de la Universidad del Caribe Doctora en Geografía Sistema Nacional de Investigadores
Distintos análisis y estudios sobre la educación, en especial los realizados sobre la educación superior, indican que es necesario formar profesionales capaces de desarrollarse en el mundo global de hoy; otros más apuntan directamente a la necesidad de propiciar la internacionalización. Sin embargo, estos señalamientos no son nada simples, sino que implican diversos supuestos y aspectos. Hablar de un mundo globalizado, de manera muy resumida, alude a un mundo con posibilidades de comunicación e información amplias, universales y en tiempo real; se refiere también a movimientos económicos y financieros fluidos en todo el planeta para pagos, inversiones o cualquier otro fin, y contempla también intensos intercambios culturales y de comportamientos, como personas y como consumidores, que se han ido homogenizando en el orbe. Es a tal realidad a la que debe responder la formación de profesionales –con independencia de que, además, debe ser adecuada para su propio entorno local-nacional–. Hacerlo no es simple ni fácil.
La internacionalización de los programas educativos de educación superior no significa solamente que los nuevos profesionistas egresen con el dominio de un segundo idioma y deseablemente de un tercero, aunque eso sea muy importante. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, la ANUIES, señala que la formación profesional integral para el mundo global implica no sólo ser capaz de comunicarse, sino también de desenvolverse en y con ambientes, empresas y culturas diferentes a la propia. Y son muchos los campos a dominar para lograr esto. Los conocimientos del área en la que se desempeña –ciencias naturales, exactas, sociales, humanidades– y su manejo adecuado de la información para la actualización permanente son muy importantes, así como el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación.
Resultan de igual relevancia los demás campos de su preparación: contar con habilidades de comunicación efectiva para realizar trabajo en equipo y de liderazgo; y otras habilidades que han cobrado mayor relevancia como la adaptación al cambio y para la resolución de problemas. Al mismo tiempo, se resaltan como valiosas la creatividad y la capacidad para la innovación, no en un tema técnico específico de su especialidad solamente, sino también en la solución de situaciones, procesos, conflictos o para la mejora en ellos. Los profesionistas que desean insertarse a este complejo contexto actual requieren entonces de múltiples cualidades –conocimientos, habilidades y aptitudes– que han sido señaladas. Pero eso no es todo.
Las instituciones nacionales e internacionales dedicadas a la educación, como la ANUIES que ya ha sido mencionada, pero también la propia Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura, o los estudios sobre el tema de organismos internacionales como el acuerdo de Bolonia de la Unión Europea, o la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo, e instancias de planeación educativa de nuestra Secretaría de Educación Pública coinciden en señalar una serie de cualidades que deben ser parte de la formación integral en la educación superior y, en general, en la educación.
Esto se refiere a las actitudes relacionadas con la ciudadanía, con la gobernanza y con el desarrollo humano: El objetivo es un profesionista con una actitud solidaria, responsable, ante su propia comunidad y frente las culturas diferentes a la suya, con empatía hacia los otros propiciando la solución pacífica de conflictos, la tolerancia y la convivencia respetuosa. Un profesionista con una actitud consciente ante la problemática ambiental mundial, con una perspectiva sustentable, con un compromiso para el cuidado del entorno local, y con una sensibilidad ante la desigualdad y la pobreza para actuar desde su campo para combatirla y para propiciar un desarrollo.
Éstas son las actitudes insustituibles en los profesionistas del presente o del futuro que ya llegó, que son indispensables para ser parte del entono global. No son propuestas idílicas, sino advertencias de organismos que nadie señalaría como radicales.
Parece atractivo ser capaz de desarrollar tecnología con aliados de otros países o producir y comerciar con todo el mundo, pero para ello tiene que haber un mundo con la paz que permita comerciar y un medio ambiente que permita creer en el futuro, así que las universidades forman profesionales globales y ciudadanos para el mundo.
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