Chancah Veracruz.- La directora del Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo Jacqueline Estrada Peña entregó ayer instrumentos musicales a ejecutantes de mayapax de cuatro comunidades mayas del municipio de Felipe Carrillo Puerto: Chancah Veracruz, Kopchen, Ha-Zil y Uh-May.

La entrega se realizó en el centro ceremonial de la comunidad de Chancah Veracruz, donde la titular del Instituto de la Cultura y las Artes comentó: “Esta tradición de la mayapax es patrimonio cultural de Quintana Roo, agradezco que ustedes fomenten entre los jóvenes la continuidad del arte.”

Amado Pinto Yam, Jesús Cab Can, Rodi Chan Cruz, José Candelario Kinil Cardozo y Gabino Cruz Yeh recibieron los instrumentos musicales y agradecieron al gobernador Carlos Joaquín la cristalización de sus políticas públicas que inciden en la comunidad y generan cohesión social.

Mayapax significa música maya, la ejecutan indígenas y mestizos residentes en Quintana Roo y nació durante la Guerra de Castas en el siglo XIX; está formada por cánticos acompañados con tarolas, violines y tamboras, instrumentos a los que más tarde se suman: trompeta, bombo, armónica y tunkul.

La mayapax es parte de la religión maya, ya que participa en su subsistencia ritual. Así como en los ritos que giran en torno a la Iglesia nunca pueden faltar los rezos y las ofrendas, tampoco la música puede estar ausente. En las fiestas patronales, está la mayapax como plegaria melódica.

Su estilo es acompasado y entran a contrarritmo durante su ejecución la tarola y la trompeta, lo que puede parecer simbólico debido a las raíces de ambos instrumentos (uno mesoamericano; otro, bíblico), y el antagonismo entre las dos culturas, aunque la dotación instrumental varía.

Los mayas tocan dos tipos de música: una sagrada, las llamadas de pastores o la santa misa, y otra bailable, que ejecutan las parejas de danzantes, llamada vaquera. La mayapax se baila con el cuerpo, apenas se mueven los pies. En los bailes de vaqueras, la mayoría de los bailadores son mujeres.

Porque prevenir es protegerse, incentivar el seguimiento de las tradiciones culturales repercute en la paz social y en la evolución sana de las comunidades por los caminos del arte, donde se crean más y mejores oportunidades para que las nuevas generaciones conozcan y desarrollen sus legados.

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