Flor Tapia Pastrana
El momento que atraviesan tanto nuestro país como el Estado de Quintana Roo, obliga a revisar ambas estructuras políticas. El ejercicio del poder nacido de la Democracia, precisa de toda la participación social posible para lograr contiendas electorales claras, diáfanas y, sobre todo, legitimas. El contraste entre los estratos sociales y la demagogia gubernamental, remedio vacuo, han terminado por colmar la paciencia publica a grado tal que ya se mira con abierta desconfianza y hasta con resentimiento toda propuesta de gobierno, sea este de la bandera que sea.
Esto ha dado como resultado el abstencionismo electoral y la indiferencia de muchos con respecto al ámbito político. “No necesitamos redentores, lo que necesitamos son propuestas concretas y el trabajo de todos; se trata de revitalizar nuestro proyecto de Estado reeducándonos civilmente y participar en la vida comunitaria”, señala el exsenador Jorge Polanco Zapata.
Candidato independiente por el gobierno de Quintana Roo, el también exdiputado local por Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) abunda: “Lo que vivimos en el país, es ejemplo claro de la falta de experiencia y de preparación de la nueva clase en el poder público. Hubo una ruptura abrupta y total entre el nuevo entramado oficial y los políticos de antaño. Se despreció la experiencia de éstos y se están cometiendo muchos errores. Esta es una de las razones por las que el país y Quintana Roo se encuentran como se encuentran. Debe existir un balance entre experiencia y juventud. Se necesitan ambas cosas”.
-En estos momentos pareciera que los partidos políticos llegan a ser franquicias familiares…
-Por desgracia hay partidos políticos que así funcionan, pero lo fundamental en un partido o un político, es la vocación de servicio, la sensibilidad social, el interés por servir a los demás; debe entenderse que el funcionario es empleado de la gente, y no su patrón. Como veo las cosas hay una caterva de jóvenes ambiciosos que, cuando alcanzan un cargo, lo utilizan para enriquecerse, no para contribuir en el interés colectivo. Esto ha dañado al país, vemos corrupción e impunidad. Y si bien estos vicios no son nuevos, sí que lo es en su dimensión actual. Esto no puede seguir así. En este aspecto el ejemplo nos lo dio Guatemala, un país pequeño con menos experiencia política que determinó castigar a los corruptos.
-En cuanto las razonadas inconformidades generadas por las reformas impuestas por el gobierno federal, defectuosos según analistas políticos y académicos ¿cómo solucionar el conflicto?
El también exsecretario estatal de Desarrollo Social y director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo en Quintana Roo, se toma un momento para reflexionar. “El problema –dice- es que la gente no está considerada en estas reformas; no responden a lo que la gente necesita, sino a lo que los gobernantes quieren, y ello cada día genera una inconformidad. No hay una línea de rectitud en las propias reformas.
        Desde luego que esto puede ser corregido, pero hay que empezar con la educación, desde los principios que se inculcan en el hogar y que luego deben ser ampliados y fortalecidos en las escuelas y universidades, pero tiene que haber voluntad del gobierno, que no la hay, para reforzar los valores, mejorar la calidad educativa, generar una cultura de la legalidad, la moral y la ética que se ha perdido.
El panorama sobre la educación pública en nuestro país es oscuro. Paros, corrupción e incapacidad son sus constantes. La reforma educativa ha sido ampliamente censurada y rechazada ¿Qué es lo que no se tomó en cuenta?
-Creo que falto negociación, oír la opinión de los maestros y generar conciencia entre los dos grandes sindicatos.

Riqueza para unos cuantos…

 Como polo turístico que es el Estado de Quintana Roo, es inevitable tocar el tema del turismo y no es posible omitir que  la riqueza que genera no refleja en la mayoría poblacional. Es un éxito del que se habla en informes de gobierno…
-Cierto, porque los más de los corporativos de los hoteles que operan en el Estado se hallan en el extranjero. Debemos analizar, además, el all inclusive, aunque se trata de un tema difícil. Casi el ochenta y cinco por ciento de los hoteles en el Estado tienen esta modalidad. Habría que valorar que tanto nos afectaría su limitación en términos de recaudación.
“Desde otro ángulo, volviendo al tema de la riqueza turística, en parte esta no se refleja como quisiéramos por la constante migración al norte estatal. El problema del desempleo en Cancún y en la Riviera Maya se debe, entre otras cosas, a que se exageran los beneficios de esta industria. Esto ya no es así, sin embargo la migración sigue siendo cada día muy importante y el empleo ya no es suficiente, y los empleos que hay requieren preparación y estudios.
“Pero falta una mejor regulación, desde luego. Vemos que se abren y cierran negocios. Es la ley de la oferta de mercado. La bolsa de empleo es un paliativo. Es una forma de apoyar a las empresas para que logren buscar gente capacitada y esta misma logre encontrar empleo, pero hay miles de gentes que llegan a los centros turísticos de Quintana Roo, y no tienen la capacitación adecuada para encontrar un empleo, sobreviven con ‘chambitas’ y llega un momento en que la desilusión y la amargura causa una situación de estrés, desaliento y de desamor. Y las condiciones de vida de la gente que allí labora son muchas veces muy precarias, y el impacto emocional que conlleva ver que son sumamente mal pagados y de un futuro cada vez más incierto, lastima profundamente al trabajador.
jorge polanco zapata

La nueva monarquía mexicana

-Y en tanto, los políticos aparecen en revistas de sociales, alejados por completo de la realidad de la gente que gobiernan.
“En nuestro país los políticos vienen a ser la monarquía de otros países”, ataja el político nacido en Xcalac, en la costa sur de Quintana Roo.
-Es común oír que los mexicanos tenemos el gobierno que nos merecemos ¿Esto es cierto?
-No es cierto, no hay pueblo que pueda merecer el gobierno que tenemos. La gente no quiere limosnas, sino la oportunidad de tener un trabajo digno, que les permita llevar el sustento a su hogar, acceso a la educación, a la cultura, a la recreación, al deporte. Al crecimiento personal, físico, moral y espiritual. Porque una cualidad del mexicano es su orgullo. Somos dignos de nuestra estirpe y de nuestra cultura. Y lo que queremos es la oportunidad de desarrollarnos, y esa oportunidad la debe generar el gobierno, es decir, un gobierno con sentido social.
Esto nos lleva de nuevo a cómo elegir al propio gobierno y al proceso electoral. Los niveles de abstencionismo en el país y en el Estado de Quintana Roo, son alarmantes. Mucha gente se vale del abstencionismo para demostrar su desprecio por los partidos políticos.
-No creo en el abstencionismo. Creo que la única arma de lucha que tenemos los ciudadanos para castigar a quien en el ejercicio del poder nos ha fallado es a través del voto. Utilizar esta herramienta que tenemos para decirle a los gobernantes del partido político que sea, ya basta, estamos hartos. No te vamos a dar más oportunidades porque nos has fallado, nos has incumplido, no has estado a la altura de nuestros retos y necesidades. Hazte a un lado. Y la única forma es el voto. Es importante sacudir las conciencias de los mexicanos a partir de la participación política. En lo general, los políticos tenemos bien ganada nuestra pobre imagen. No hemos podido cumplir con las expectativas sociales; hemos desilusionado a la gente.

Hacia un nuevo gobierno

 – Cuando usted fue senador de la Republica ¿Qué hizo diferente?
El primer candidato independiente en la historia estatal, sonríe: “Yo no he perdido mis raíces y he tratado de vivir con gente que me recuerda quien soy. Yo estoy para servir. La humildad en la que crecí es un recuerdo constante. Eso me hace entender a la mayoría de la gente, a comprenderla, pues he vivido como ha vivido una gran mayoría. Comencé como humilde oficinista en Chetumal; antes había sido repartidor de masa para tortillas. Muchos años después llegue a secretario general del Ayuntamiento de Othón O. Blanco, de mi municipio y ese es uno de mis orgullos.
 – ¿Aún hay verdaderos políticos, gente útil y experimentada para gobernar?
-Claro que sí –se ríe-, conozco muchos amigos que cuentan con estos calificativos, pero que no han tenido oportunidad de servir a la comunidad. A ellos los estoy invitando –si no es que ya lo están- al proyecto que encabezo. No es ‘mi’ proyecto, es un proyecto político amplio. Hay mucha gente dispuesta a servir, que se compromete y se entrega, que tiene vocación de servicio. Hay que abrir los canales de participación para que gente con estas cualidades, tenga la posibilidad de participar y llegar al gobierno para reformar, para iniciar una nueva forma de gobernar con honestidad. No cuesta mucho trabajo. La política te da para vivir tranquilamente, para vivir bien. Debería de ser muy fácil empatar los intereses de los otros con los nuestros.
– Otro tema ampliamente conocido en nuestro país y en el Estado, es el de la inseguridad pública. ¿Por qué no se ha podido combatir con efectividad este flagelo?
-En primer lugar por la corrupción. Hay muchos intereses infiltrados en las redes policiacas, las federales, las estatales y las municipales. Hay policías honestos, sí, pero la gran mayoría están involucrados en la corrupción, y como han sido impunes durante tantos años, no tienen temor.
“Por otra parte, los policías son explotados con turnos casi inhumanos, y hay que mencionar que también en esto hay una falta de planeación y estrategia. Pero lo más importante es la corrupción. Hace algún tiempo una persona me comentó que un policía judicial había ido a avisarle que al día siguiente llegaría gente del crimen organizado para cobrarle “derecho de piso”, pero que no se preocupara porque ya lo había recomendado y que le iba a ir mejor.
“El régimen está podrido. Hay que rescatar al Estado, pero rescatarlo con personajes que tengan la voluntad de servicio, que entienda el compromiso que asumirá con la comunidad. Esta gente es imprescindible. No necesitamos a gente que cree que gobernar es ir a cortar listones, inaugurar establecimientos comerciales y acudir a reuniones patronales o sindicales. Ser gobernador es otra cosa. Lo voy a demostrar, concluye.
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