Nicolás Durán de la Sierra

El que se avizora para el norte del Estado y en especial para Cancún, es un horizonte de tormenta. El arribo de Alberto Capella como secretario de Seguridad Pública y la inminente instalación de un Mando Único Policial en Quintana Roo traerán más que sólo turbulencia, pues se espera que la delincuencia organizada no ceda con facilidad los espacios que ha tomado. El asesinato hace unos días de dos marinos habla de la lucha en puerta.

Cierto es que, en el papel, la creación de mandos únicos en los estados suena positivo y hasta deseable, pero la resistencia de gobernadores y ediles a la cesión de sus soberanías, tiene sustento. Da vértigo sólo imaginar el poder faccioso que, de la mano de la corrupción de hace apenas un año, habrían podido ejercer pillos de la laya de los hoy presos Javier Duarte o Roberto Borge, otrora caciques de Veracruz y Quintana Roo.

De nuevo en Cancún y su turbio horizonte, en corrillos políticos y de inteligencia militar –hay un grupo que ya está en el área y elaboró un detallado informe sobre la criminalidad local-; en los corrillos se afirma que tanto el ejército como la marina vienen con todo y la ciudad no va a perderse por la delincuencia”. Tormenta en el horizonte, sí, pero de hecho estamos en ella de tiempo atrás, que aquí es diaria la cuenta de ejecuciones.

Tomada ya la decisión por parte del gobernador y dando por hecho la suma de ediles, en breve se inaugurará la “ciudad militar” y se instalará el mando único policial con Alberto Capella a la cabeza. Dicen que trae buenas credenciales y equipo humano y afirma que sabe qué hacer… Ojalá y también quiera. Por el bien común, que así sea. Empero, quedan un par de preguntas ¿Por qué hasta ahora? ¿Antes Cancún no importaba?

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