El Minotauro
Nicolás Durán
Inicia un nuevo proceso electivo y, otra vez, la validez o nulidad de las diputaciones plurinominales entra al debate público o, si gusta, entra a las tertulias de los analistas de café, que la disputa ha dado y aún da visos de erudición a las tertulias. Para los devotos del atletismo político, los ‘pluris’ son diputados que gozan de un premio de consolación tras perder la carrera.
Para la mayoría, la mezcla de legisladores ‘directos’ o de mayoría relativa y los ‘pluris’ o de representación plurinominal es un ardid de los partidos para tener más curules. De hecho, por campañas publicitarias alevosas que buscan reducir los espacios civiles, se cree que los diputados ‘indirectos’ son un gasto que debe evitarse tanto en lo federal como en lo estatal.
Ambas posturas son erróneas, aunque una es dolosa y la otra está desubicada. Cabe decir que el volumen de diputados locales y federales está muy ajustado: tenemos un legislador por cada 72 mil vecinos, según cifras oficiales, en tanto que hay un diputado federal por cada 260 mil paisanos. Como se ve, los números no están disparados ni en uno ni en el otro lado.
Nuestro congreso está integrado por 25 diputados, de los cuales quince son ‘directos’ y los otros diez son ‘pluris’, aunque sus potestades son iguales, amén de las comisiones que ocupen. Esto es porque a estos últimos los avalan los miles de votos de ciudadanos que, si bien fueron por una opción diferente a la ganadora, tienen derecho a ser escuchados.
Dicho con un ejemplo aritmético, si hay cien posibles votos en una elección y un partido gana 51 de ellos, le tocan los escaños que corresponden a tal cantidad y ellos son los diputados de “mayoría relativa”; los otros 49 votos, que reflejan parte del sentir ciudadano, son para los diputados de “representación plurinominal” o los ‘pluris’. Se busca que todos los actores tengan voz.
Nuestro edificio electoral es de los mejores del mundo y el diseño de las diputaciones plurinominales es un regalo mexicano a la democracia internacional. Quizá, con cierta razón, podría calificarse de baja la calidad legislativa o que los legisladores rara vez son eco de la voz ciudadana, pero ese es otro tema ¿Por cierto, sabe usted cómo se llama el diputado de su distrito?
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