El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra

Sabido es que la mexicana -aunque nos apene- es una sociedad racista y discriminatoria además de hipócrita. Se trata, claro, de una generalización mas ello no resta virulencia al fenómeno. El informe del 2017 del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación ilustra bien la patología social: el 70 por ciento de la población del país sufrió alguna forma de discriminación y en la mayoría de los casos fue por el color de su piel.

La tendencia, según los avances del 2018 del análisis del consejo, sigue igual si no es que con el reporte de este semestre supera las cifras del año pasado. No sobra señalar que los negros encabezan la lista de víctimas del racismo, pero van apenas adelante de los indígenas. Los ámbitos donde tiene mayor presencia la discriminación son el laboral –“es un trabajo de negros”, por ejemplo- seguido por el educativo y el médico.

En el informe se asienta que en el restante 30 por ciento del segmento, donde van los no discriminados, se ubica la franja con mayor riqueza en México y donde el tono de piel no es relevante, si bien en el rol de los más ricos del país tan sólo hay blancos. Empero, el citado consejo indica que no sólo los ricos discriminan, si no que lo hace todo aquel que se suponga superior a los demás sin importar su situación económica.

En este contexto, resulta por demás grave que, según la última medición económica en México, tan sólo una quinta parte de nuestra población no es pobre ni tiene carencias sociales, mientras que el resto arrastra graves rezagos sociales. En este grupo, que incluye al 80 por ciento de los mexicanos, el 30 por ciento vive en la miseria o, mejor dicho, sobrevive en la miseria. Usted amigo lector ¿discrimina?

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