El Minotauro
Nicolás Durán

Este domingo se llevará a cabo el proceso electivo más tenso de nuestra historia reciente, más aún que en el que compitiera el Frente Democrático Nacional pues ahora, con el inusitado despertar cívico nacional, se antoja muy difícil que pudiera repetirse el fraude que en 1988 diera el triunfo a Carlos Salinas de Gortari; sería difícil porque el voto masivo complicaría hasta los artificios de las propias autoridades electorales.

Sería difícil, además, porque el despertar cívico vino aparejado con el uso de aparatos de comunicación que entonces no habían y, además, con un largo y rabioso afán porque el país no continúe como hasta ahora, violento y pobre, harto de injusticias y, sobre todo, tan en caída libre. No resulta gratuito que en una retorcida metáfora, la esperanza nacional pueda jugarse en un encuentro de futbol.

El que culminará este domingo es un proceso turbio desde el inicio. No podría ser de otro modo si tres de los candidatos, incluido el oficial, enfrentan causas judiciales; no podría ser diferente si las calumnias, el uso doloso de las redes sociales ha sido habitual en casi todos y esas prácticas se han extendido hasta las campañas estatales y municipales. Se trata, ni más ni menos, que de una fotografía de nuestra vida política.

No obstante, pese a las sombras, la esperanza por un México justo, honesto y generoso es más grande que toda la trama de intereses y odios que ha llevado a la nación a lamentar la muerte de casi ciento cincuenta candidatos. El de este domingo será quizá el proceso electivo más concurrido de nuestra historia y todo apunta a que con él iniciará un régimen de gobierno orientado a la solidaridad ciudadana. Que así sea.

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