Nicolás Durán de la Sierra
EL MINOTAURO

Para el sur de México, la semana que está por acabar es trascendente. El inicio de los trabajos del Tren Maya, el proyecto de Estado más importante de los últimos años, marca un hito en la historia de la zona, pues desde su primera etapa generará millares de empleos directos e indirectos y ello paliará la miseria en que viven los casi once millones de habitantes del área, según el Inegi.

Poco pesan a las protestas orquestadas por los disque pueblos originales y de ecologistas de novísima factura, que auguran quiméricos desastres, no tan sólo por el respaldo de Naciones Unidas –Hábitat– sino asimismo por la propia solidez de un proyecto que habrá de dar nuevo auge  tanto nuestro comercio interno como al turismo en el sureste, tan lastimado por el Covid 19.

Mas la semana por concluir también trajo, al menos en los ámbitos federal y de Quintana Roo, buenas noticias en lo político. La protesta contra el presidente López Obrador resultó pasmosa hasta para sus artífices, pues su convocatoria fue tan menor que tuvieron que mercar espacios en redes sociales para lucir sus pancartas. De manera literal, fueron arrollados por un tren…

Desde luego, razón tienen al enfatizar con voz sonora su derecho a disentir; hasta el propio presidente, tras ser inquirido sobre la protesta, respaldó el derecho de sus contrarios a manifestarse, aunque eso sí, les invitó con gallardía a guardar sus ansias para las elecciones por venir. Claro, con tal oposición, difícil es que pierda el sueño. Debería buscar un mayor disenso o uno más ruidoso para fortalecer su perfil democrático.

La distinción que éste hiciera al gobernador merece cita aparte. “Carlos Joaquín es progresista y honesto, y eso es cosa buena” apuntó. No es frase menor: la dijo a un gobernante con el que no siempre ha coincidido, a uno que le ha objetado su política fiscal; a uno, en fin, que tiene voz propia. López Obrador no es dado a la lisonja y de allí, también, lo inusual del encomio.

La frase, además, es un reconocimiento tácito a la labor del gobernador para enfrentar no sólo la crisis sanitaria, sino también la financiera que nos heredó la epidemia. Debe recordarse que la asistencia a la población estatal impulsada por su gobierno comenzó antes de la llegada de los apoyos federales. Así pues, Carlos Joaquín recibe los dividendos de su probidad.

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