Los resultados del reciente proceso electoral no fueron sorpresivos, más allá del grado del notable desinterés ciudadano, que se reflejó en una enjuta asistencia a las urnas de apenas el 22 por ciento del padrón electoral, la más baja en la historia del Estado -y del país en este ejercicio-, y en el número de curules que tendrá Morena en la próxima legislatura estatal.
Por lo que toca a “los grandes derrotados” de la jornada electoral, como los ampulosos tildan al AleluyoGregorio Sánchez Martínez y a José Luis Chanito Toledo, aunque de grandeza ninguno de los dos tenga siquiera sombra; de ellos, vencidos ya en los últimos procesos, queda por escribir su epitafio político: la ubre del tesoro público no fue para siempre.
El pasado proceso dejó acre sabor, pues por cercanía se le compara con el que llevara al poder a López Obrador, que fue histórico. Empero, por sus características, este ejercicio dejó algo muy valioso para los partidos: una fotografía del ánimo político estatal. Por ejemplo, los distritos XIII, XIV y XV antes priistas a rabiar, ahora son morenistas, dejando atrás su fugaz amorío con el PAN.
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