El Minotauro
Nicolás Durán

El aplazamiento de la consulta pública respecto de la entrada de Uber en Cancún dispuesto por el Tribunal Electoral de Quintana Roo, el Teqroo, no implica que el cuerpo colegiado avale la posición del sindicato de taxistas, sino que la propia propuesta oficial se quedó corta pues la entrada de esta plataforma de servicios de transporte no sólo debe considerar a esta ciudad turística, sino a todas las ciudades del Estado.

La demora en la consulta, festinada por algunos como un triunfo de los taxistas, no lo es en modo alguno ya que, en el corto plazo, Uber entrará en todo el Estado y no como imposición sino como el obvio resultado de que, de hecho, no existe razón legal que frene a este servicio. La Suprema Corte de Justicia falló recién que Uber no compite con los taxistas tradicionales y que toca a los gobiernos locales regular su operación.

El Tribunal Electoral del Estado demandó del Poder Ejecutivo un “estudio de trascendencia” que incluya los efectos que pudiera tener en Quintana Roo, sobre todo en la zona norte, la entrada de Uber. Dicho de otro modo, la querella de los taxistas tuvo el efecto de un boomerang contra ellos mismos, pues cumplido el requisito va la consulta pública y, luego, la operación de Uber. Los taxistas agotaron, pues, su arsenal legal.

Cita aparte merece el estatal Instituto Electoral pues su labor como motor de la iniciativa de consulta fue, de menos, errática. De poco sirve un ente jurídico que olvide observar en su propuesta un elemento básico como el pedido por el tribunal electoral. La nueva Ley de Movilidad del Estado se aprobará en breve y su soberanía regulará a Uber y otras plataformas. Adiós al monopolio de los taxistas.

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