Nicolás Durán

De los ocho gobiernos que ha tenido Quintana Roo, en el sureste mexicano, fue en el de Miguel Borge Martín donde se le dio mayor impulso no sólo a la cultura, sino también a la educación en todos sus niveles. La fundación (en 1991) de la universidad estatal y la creación del Festival Internacional de Cultura del Caribe, que puso a México en el mapa del arte antillano, son meros ejemplos en estos rubros.

En ese gobierno, de 1987 a 1993, se erigieron la mayoría de las casas de cultura de la entidad. “Recuerdo con cariño la de Felipe Carrillo Puerto, pues para la Zona Maya fue todo un suceso”, recuerda don Miguel, en cuyo sexenio también se crearon el Museo de la Guerra de Castas (en Tihosuco) y el Museo de la Cultura Maya (en Chetumal), además de la Orquesta Sinfónica de Qui tana Roo y la Escuela Estatal de Danza, entre otras instituciones. No exageran quienes lo tienen como referente de la cultura en Quintana Roo.

–¿Por qué privilegió el impulso a la cultura como eje de su gobierno? –pregunto.

No soy referente cultural ni nada semejante, porque la cultura no la hace el gobierno… Cuando mucho, si tiene sensibilidad, la fomenta. Eso fue lo que hice –responde el doctor en Economía Pública por la Universidad de París, y becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos–.

“En ese tiempo, tenía –tengo– la convicción de que Quintana Roo, como una entidad muy joven, que nace apenas en 1974 y tenía que hacer frente a grandes grupos de migrantes, debía trabajar en la formación de su identidad. Si bien en el estadio político éramos un “Estado Libre y Soberano”, sería la cultura, con su aporte identitario, la que nos vendría a dar el soporte mismo de esa autonomía.

Así puse empeño en todo lo que se relacionaba con las actividades culturales, aunque partiendo de la base, como dije, de que el gobierno no hace la cultura, sino que la cultura la hacemos todos los días las personas. Sin embargo, el gobierno debe fomentar el desarrollo de estas actividades. Todo esto me llevó a promover un programa amplio de educación y cultura, ya que las dos cosas van en el mismo paquete.

-En el aspecto cultural, el estado está muy raquítico…

-Nos hace falta mucho en la promoción cultural, en el área que le corresponde al gobierno. Como gobernador creía en esas cosas, pero cada gobierno tiene su propia con- ciencia, si bien, insisto, la cultura debe ser fomentada por el gobierno. Da pena ver que otros estados invierten en la cultura y aquí no hacemos la parte que nos corresponde. Creo que se puede hacer mucho más. Nos faltan exposiciones de pintura, música y no sólo el bel canto, sino música tradicional… En fin, hay mucho que hacer.

Lo he dicho siempre: así como las personas precisamos de ideas que den sentido a nuestra existencia, las sociedades precisan de cultura para darle sentido a su vida comunitaria y esta necesidad es más apremiante en el estado, pues se trata de una entidad fronteriza que a diario recibe gente, tanto del país como de naciones del área y aún de Europa, por lo que fomentar la identidad debe ser estratégico.

Cancún en la cultura

Dice don Miguel: “Ante la amplia mezcla de gente hay en Cancún y en Playa del Carmen, ciudades norteñas que (juntas) concentran más de la mitad de la población estatal, es importante inyectar el espíritu de amar y respetar el lugar donde vinieron a vivir y ésa es labor que le toca cumplir al gobierno. Es un proceso lento, pero debe hacerse y así, un día, la mayoría verá hacia un solo lado…

“Da pena ver la cartelera de eventos culturales de otros estados y lo que tenemos aquí es una miseria. Pero con todo, debemos fomentar estas actividades, pues poco a poco van haciendo comunidad. Al principio irán pocos y luego irán más y esos pocos serán la masa crítica del des- pegue. La gente está ávida de cultura. Por ejemplo, el teatro de Playa del Carmen siempre se llena. Hay que hacerlo y, además, buscar recursos, aunque se siembre para el futuro.

“En contraste, la realidad del sur estatal es muy diferente, ya que su masa social ha sido más estable, más homogénea, y sus expresiones culturales son coincidentes. Por ejemplo, en Chetumal todo el mundo sabe que es el reggae o el punta rock mientras que en el norte es muy poca la gen- te que sabe de estos ritmos; lo mismo ocurre con la comida y otras manifestaciones. Lo ideal es que estas diferencias no sean tan marcadas y para eso necesitamos la cultura.

“En el norte, existe una masa intelectual muy importante; hay artistas, pensadores y profesionistas de relevancia nacional e internacional, lo que muchas veces pasamos por alto y eso es una injusticia. Los inmigrantes han generado (en buena medida) el éxito de la actividad turística del norte y no sólo por su trabajo, sino también porque cuando llegaron lo hicieron con un gran equipaje de conocimientos y ése es un aporte mayor que, como dije, no siempre se ha reconocido.

“Sin ir más lejos, como ejemplo del talento (llamémosle externo unido a la cultura local) tenemos el Premio Internacional de Poesía Caribe-Isla Mujeres, que da presencia intelectual en Las Antillas, no únicamente en Quintana Roo. Deberíamos tener más ejemplos de este tipo, pero los ejemplos no sobran. Construir un granero cultural no es fácil, pero aún así nunca es tarde para comenzar.”

 

La autonomía de la UQROO es prematura

Docente del Instituto Politécnico Nacional (que le otorgó la presea Lázaro Cárdenas) y de la Universidad Nacional Autónoma de México, miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y de la Sociedad Mexicana de Ingeniería, Miguel Borge recibe en el 2010 el doctorado honoris causa por la Universidad de Quintana Roo y hace unos pocos días recibió un nuevo laurel de esta misma casa de estudios al celebrarse su XXVII aniversario.

-A veintisiete años de su fundación, ¿se siente satisfecho con lo que es hoy la Universidad de Quintana Roo?

-Sí, lo estoy. Es una institución que aporta y aportará aún más al estado. Es una casa de estudios joven que llegará a una suerte de “mayoría de edad” en el año de 2041, a los cincuenta años: casi nada para una universidad. Aunque el modelo se modificó, en general continúa vigente nuestra planeación. Hoy la UQROO cumple, en lo esencial, con lo que creímos al diseñarla: que debía ser la futura educación superior de Quintana Roo.

“En 1990, cuando comenzaron los trabajos para fundarla, teníamos en mente una universidad de quinta generación, de las que daban énfasis al proceso enseñanza aprendizaje. No íbamos por una universidad más, sino por una de vanguardia, una que innovara la educación. Era crucial para nosotros, pues ella sería el eje rector de la educación en todo el estado.

Deseábamos una casa de estudios de altura y buscamos el apoyo de otras universidades, además, claro, de dinero. Si la decisión estaba tomada, la tarea difícil fue conseguir el dinero, pero al final lo hicimos. Di a la UQROO buen presupuesto –unos mil cien millones de pesos de hoy– para que tuviera todas los avances en tecnología y un amplio programa de becas para todos los jóvenes que no tuviesen medios.

Desde mi punto de vista, nuestra universidad nece- sita robustecer el área de humanidades. Le hace falta una facultad de Filosofía y Letras, pues estas dos disciplinas, además de sus virtudes obvias, trabajan hacia dentro de las propias casas de estudio, las enjuician y las revaloran, y no sólo generan esta positiva autocrítica, sino también generan corrientes de opinión dentro y fuera del campus.

-En estos momentos, el gobierno estatal analiza dar a la universidad su autonomía. ¿Qué opina de ello?

-Por ahora dar la autonomía a la UQROO es riesgoso, pues no tiene suficientes recursos; su tesorería no alcanza para cubrir sus necesidades ¿Dar la autonomía para administrar lo que no hay? Eso es crear problemas. Si con la tu- tela oficial no tiene dinero, es fácil imaginar lo que pasaría sin la tutela. Podría darse la autonomía, pero se tendría que apoyar a la universidad y, entonces ¿cuál autonomía? El que paga manda. Lo ideal es que fuera autónoma, pero no existen aún las condiciones.

Una ciudad fantástica… y real

Don Miguel, como le llaman con respeto, divide su tiempo entre una pequeña empresa de abastos hoteleros y su labor como investigador y escritor. En junio de 2011, publicó Dos tesis para México en la colección Cuadernos de la Gaceta, texto presentado a la prestigiosa Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Tiene en preparación un nuevo libro o documento, como él le llama, que versa sobre una ciudad fantástica…, pero real.

“Con el trabajo busco examinar profundamente el fenómeno demográfico que enfrenta Quintana Roo, que le lleva a un ciclo que va del éxito turístico que todos conocemos a la casi oculta pobreza y la marginación de amplias capas de la población de las ciudades del norte, estratos donde se genera la violencia que hoy vivimos en nuestras calles. Se trata de una de las secuelas de la incesante migración que enfrentamos”, dice el doctor.

Agrega don Miguel: “Por otra parte, con el texto se busca una revisión de las formas de conteo en Quintana Roo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), pues no se ha contabilizado bien a la población y un buen conteo, lo que hago evidente, redundaría en mayores recursos federales para el Estado. No estaríamos pidiendo que se nos diera más dinero como favor, sino que nos den el dinero que nos toca por el volumen de nuestra población.”

“En las ciudades del norte, en Cancún y Playa del Carmen –concluye el doctor Borge Martín–, y hasta en Puerto Morelos y Tulum hay una población de cerca de doscientas mil personas que no han sido contadas y mi análisis, que incluye un ejercicio matemático, lo evidencia. Pero, como dije, el trabajo va más allá de los flujos turísticos…. Dentro de poco, el análisis será presentado en el aula magna de la UQROO, en “mi universidad’.”

 

 

 

 

 

 

 

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