En un baño del Palacio de Justicia de Cancún, un joven cuenta con cierta indiscreción, un fajo de billetes. Todos son de quinientos pesos. Se turba un poco ante la presencia de quien entra a orinar, pero sigue afanoso con su tarea. Al concluirla, toma el fajo de billetes y los mete a su bolsa, se lava las manos y sale del lugar.
Se trata de un empleado del Poder Judicial del Estado. Su labor es fotocopiar los expedientes de los juicios archivados y en proceso; se trata de un trabajo modesto por el que percibe, sólo en apariencia, un salario también modesto.
Pero todo esto es en mera apariencia. Dentro del aparto de justicia del Estado se ha generado un entramado perverso en el que hasta las copias fotostáticas de un expediente o documento, como es el caso, tienen costo para que sea agilizado o, por el contrario, para que no sea mutilado o extraviado.
Esta es sólo una de las tantas formas en que se manifiesta la corrupción que, como cáncer incontrolable, ha invadido al Poder Judicial de Quintana Roo y del que da cuenta el abogado Xavier Rosado Martínez, quien se ha dedicado a defender casos complejos, que afectan esferas de poder, y por lo cual se le tiene en calidad de apestado, lo cual se refleja, dice, en la serie de trampas y trabas que le ponen para afectar los asunto que lleva.
Pese a ello, no se amilana ni se rinde, y da cuenta de lo que ocurre dentro de una institución que califica como podrida.
-La muestra más clara de lo que ocurre -dice- es la riqueza que han acumulado jueces y magistrados, hombres y mujeres muy ricos que, incluso, se cuidan poco de hacer patentes sus bienes y su forma de vida, pues a diferencia de los políticos, están fuera del escrutinio público. Ello los hace poco prudentes al gastar el dinero que ganan por fuera de su salario.
Rosado Martínez estima que la riqueza de un juez debería radicar en el respeto y la honorabilidad que se obtienen de las buenas decisiones, en las que prevalecen la justicia y el respeto al Derecho.
-Sin embargo, gran cantidad de jueces del Estado se han enriquecido de manera notoria y nadie ha puesto el ojo sobre ellos. Si se les investigara –asume- ninguno de ellos podría justificar la procedencia de sus bienes, muestra fehaciente de que están al servicio del mejor postor.
Asegura que toda la estructura está contaminada y que si desde arriba comienza la corrupción, los miembros menores del aparato actúan de la misma forma. ¿Si los jueces lo hacen, se dicen éstos, por qué yo no voy a hacer lo mío? “Así es como se genera la cadenita de corrupción, que va desde los magistrados hasta llegar a jóvenes como el de las fotocopias.
Rosado Martínez, chetumaleño avecindado en Cancún, ha participado en juicios en los que poderosas empresas locales y nacionales han presionado a magistrados para que fallen a su favor y que incluso, se dice, han amenazado a jueces.
– Por fortuna, agrega, existe la alternativa de acudir a la justicia federal, que en muchos casos ha emitido resoluciones contrarias a las dictadas por jueces y magistrados estatales, aunque este es un recurso que no está al alcance de cualquiera por los gastos que representa.
“Sobran ejemplos de cómo la impartición de la justicia puede ser manipulada y de cómo se le puede dar la vuelta una y otra vez al ejercicio de la ley; de cómo se puede simular y en fin, de cómo agotar en recovecos burocráticos al ciudadano que va en busca de justicia en una instancia que supone honorable”.
“Estamos; en una entidad en donde si eres artista o tienes poder o eres parte de tal o cual mafia, puedes contar con todo el apoyo que quieras, pero si eres un ciudadano común, entonces tienes que arréglatelas como puedas y, como se dice de manera coloquial, que Dios te agarre confesado”
Xavier Rosado señala que junto con un grupo de abogados se ha dedicado a recopilar información, con el afán de ofrecer datos, elementos y pruebas de lo que ocurre dentro del Poder Judicial, a fin de intentar el rescatar la dignidad tanto de los propios litigantes como de la propia institución.
-Por desgracia lo que hoy sucede, concluye, abona a favor de la impunidad, que es un germen que afecta más allá de las estructuras judiciales, pues daña a todo el tejido social y como sucede en otros lugares del país, desemboca en la expansión de la violencia delictiva, con las ejecuciones, con las extorsiones…
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