El proceso electoral que vive nuestro país es inédito en la historia reciente. Dos grupos otrora socios en manejar como suya la riqueza nacional, disputan hoy ante la opinión pública el segundo sitio en la ruta por la presidencia nacional. Uno de ellos, Ricardo Anaya, va en caída tras de que se le comenzara a investigar por lavado de dinero con información de la Secretaria de Hacienda, la que encabezara hasta hace poco José Antonio Meade, su ahora acérrimo enemigo.

La herida de Anaya, cabeza de la coalición Por México al Frente, es mortal por necesidad pues la acusación de la PGR se sustenta en hechos documentados y no en especulaciones; el discurso de la policía federal no es mera retórica. La aprehensión de este candidato es una posibilidad real y haría aún mas inusitado este ya de por si extraño proceso electoral. En los corrillos políticos del PRI a Anaya antes que de bandido, se le acusa de traidor. Ellos se conocen bien, se deduce.

No hay honor entre pillos.

Fue delicioso escuchar a José Antonio Meade, que va por la coalición Todos por México, decir de Anaya que era extraño “que un joven de sólo 39 años, con sueldo de funcionario público, tenga una nave industrial y pueda viajar cada semana al extranjero”. De seguro le aplaudieron Luis Videgaray y los exgobernadores hoy presos por desviar recursos que, en su momento, les asignara el propio Meade como titular de la Secretaría de Hacienda. No hay honor entre pillos.

La lucha por el segundo sitio en la contienda electoral de julio de este año, como se ve, es despiadada y todo parece decir que el régimen que fenece, con más pena que gloria, prefiere dialogar con un maduro y político Andrés Manuel López Obrador que con el impetuoso e irreflexivo candidato de Acción Nacional. Es probable que Margarita Zabala vea una puerta abierta cuando se defenestre a Anaya… Un proceso electoral extraño

Comentó para ustedes en Radio Formula QR Nicolás Durán de la Sierra.

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