Las manifestaciones artísticas influyen en el desarrollo de habilidades personales y sociales.

Creatividad, respeto por la diversidad, resiliencia, confianza, empatía y sensibilidad son habilidades que adquieren los niños a través del arte si está presente desde los primeros años de vida. Padres, cuidadores, familias y formadores son fundamentales en este acercamiento que se traduce en habilidades sociales, cognitivas y emocionales en todas las etapas del desarrollo.

“Que los niños se acerquen al arte es un derecho vital y debemos garantizar las condiciones ideales para que ellos puedan vivir su asombro tranquilamente”, afirma Vanessa Acosta Ramírez, arte-educadora, máster en Artes Visuales y Educación, y candidata a doctora en Artes y Educación.

Y esto cobra relevancia si se tiene en cuenta que en la infancia temprana el arte alimenta la percepción visual, sonora, corporal, gustativa, expresiva y fortalece el desarrollo cerebral. Como lo explica Diana Carolina Palacio Vásquez, coordinadora del programa de Primera Infancia en la Red de Escuelas de Música de Medellín, y magíster en Motricidad y Desarrollo Humano, el acercamiento a las expresiones artísticas permite “desarrollar un cerebro que pueda resolver, comprender, asimilar y procesar mejor”.

Además, influyen en el desarrollo posterior y el desempeño escolar en los niños, que se destacan por ser más expresivos y por estar abiertos a otras formas de ver el mundo. En cuanto a saberes específicos, el contacto con la música, por ejemplo, fortalece habilidades mentales, “aquellos que han seguido el camino de la música, por lo general, son buenos matemáticos”, comenta Ligia Pérez Céspedes, responsable de primera infancia en el Colegio de Música y la Corporación Cantoalegre.

Las ganancias pasan también por la expresión y la confianza en sí mismos. “Cuando un niño aprende a expresarse mejor, adquiere autonomía y confianza en él y en el mundo”.

En los primeros años no se busca formar grandes artistas, célebres músicos, los mejores bailarines o pintores fuera de serie, al contrario. El acercamiento a las expresiones artísticas en la infancia es un regalo que se le da al niño para encontrar un abanico de capacidades y potencialidades.

En palabras de Diana Carolina Palacio Vásquez, “transitar por la experiencia artística es darles la oportunidad de que se encuentren y encuentren un lugar para sus capacidades innatas. Por ello, como adultos, debemos propiciarles un ambiente rico en experiencias que le permitan al cerebro desarrollarse en el orden de lo sensitivo, sensorial, estético y poético”.

Adultos, a acompañar

Cuando al niño se le enseña el mundo, agrega Vanessa Acosta Ramírez, se le muestra que puede crear en él. Por eso, se refiere a la importancia de proporcionar espacios de familia para que los niños reconozcan estas expresiones. Ir a teatro, al cine, dar una vuelta por el museo, asistir a un concierto o presenciar una obra de danza, son actividades que pueden acercarlos a nuevas experiencias y emociones.

Inclusive, Ligia Pérez Céspedes asegura que la presencia y la constancia de los padres y cuidadores es clave desde el embarazo, por ejemplo, fortalecer el mundo sonoro de los niños usando sonidos y estímulos. “El oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla en el útero, pudiendo discriminar tanto los sonidos que emite la madre, latidos o respiración, como los sonidos exteriores y la música. Así crea un mundo sonoro”.

A medida que van creciendo, se puede recurrir al juego y a la estimulación en actividades como el baño o la hora de la comida, lo que va a permitir el reconocimiento de texturas, de formas, de tamaños y colores, así como el fortalecimiento de la creatividad y el ejercicio de la imaginación, siempre con actividades acordes a su edad.

El juego, en la primera infancia, es un potenciador de la experiencia artística, como lo manifiesta Palacio Vásquez, “la música, la danza, la pintura se tienen que hacer juego, porque lo que se aprende es lo que se disfruta”

Share.

About Author

Comments are closed.