El Minotauro Nicolás Durán de la Sierra
Con todo boato, palabras de lujo hasta para sociólogos y psicólogos e incluida la presencia de gobernadores invitados, recién se presentó en Cancún el Modelo de Prevención Quintana Roo, un proyecto con el que se quiere abatir la delincuencia en la urbe turística, donde en lo que va del año han ocurrido más de trescientos asesinatos, y de aquí llevarlo a otros sitios del Estado y, luego, de cuajar la experiencia, a otros estados del país.
Fuera de la pirotecnia idiomática, la idea motriz del proyecto auspiciado por el gobierno estatal es atacar la pobreza, el caldo de cultivo de las patologías sociales. Así, antes que poner casetas policiales y de acuerdo con los vecinos, limpiar e iluminar calles, dotar de servicios médicos y escolares a los barrios y, en fin, mejorar la calidad de vida en las depauperadas zonas marginales urbanas. La idea es anticiparse a la comisión del delito.
Aunque la idea no resulta novedosa, pues fue una de las bases de campaña de López Obrador y hace poco más de un siglo el poeta Oscar Wilde la sintetizó en una frase: “la pobreza es la madre del crimen”, vale la pena destacar una de las líneas del proyecto, que es la de incluir a los vecinos como una suerte de vigilantes y garantes de su propia seguridad por medio del apoyo de trabajadores sociales.
Pudiera decirse que la propuesta en sí no es nueva, que se ha tratado de disponer en otros sitios, pero sí lo es en Cancún y puede tener éxito porque la mayoría de su población está formada por inmigrantes, es decir por personas que arriesgaron todo en busca de una mejor calidad de vida y esta es un camino para ello. Será el tiempo el que sume o reste valor a la idea, pero por lo pronto es un impulso oficial esperanzador. válido.
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