Nicolás Durán

El presente comentario irá por dos caminos: en el uno se ventilará el motín que recién sufriera la astrosa nave que es la policía de Cancún, cuerpo tan lleno de pillos que sirve de ejemplo negativo; y por la otra senda se glosará la ofensiva desfachatez del expresidente Carlos Salinas de Gortari, rufián de cuello blanco, que afirma que el proyecto de gobierno de Andrés Manuel López Obrador pone en riesgo a la República.

La República se halla en riesgo desde 1988, año en que, al inicio de su sexenio, el propio Salinas de Gortari sometió nuestra economía a los intereses de los Estados Unidos bajo la premisa de que con el Tratado de Libre Comercio llegaríamos a la modernidad. El caos político y económico que hoy vivimos es resultado de la “política neoliberal” iniciada en el gobierno del que ahora vocifera que la nación está en peligro. Patético farsante.

El voto masivo por López Obrador, presidente electo con mayor peso que Enrique Peña Nieto, quizá no simbolice el ‘despertar mexicano’, pero sí que muestra la rabia del país contra las mafias presidenciales que se hicieron del poder para enriquecerse sin límites. De Ernesto Zedillo a la fecha, pasando por Lomas Taurinas y hasta por un Vicente Fox alucinado, cada mandatario resultó mucho peor que su antecesor… Y Salinas inauguró la ruta.

Saltando la gran distancia que existe entre pandillas, ya en el asunto del motín de la policía, bien se puede decir que era de esperarse. En la historia de la ciudad se han dado hasta balaceras entre ellos y por razones de menor valía que la entrada en vigor de las nuevas políticas de seguridad pública del gobierno estatal, las que incluyen un mando policial único que, se presume, removerá la corrupción desbocada que priva en esa corporación.

La que no resultó previsible fue la reacción de muchos vecinos de Cancún, la ciudad estatal que más sufre la ola violenta, que en diarios y redes sociales festinaron el conflicto y tomaron al motín como augurio del fracaso de la lucha contra una delincuencia que, día a día, deja una estela de ejecuciones. Rehacer a la policía no será fácil y puede haber nuevos conflictos, pero permitir que la criminalidad continúe al alza, resulta impensable.

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