ALFREDO LANZ

No sé bien donde comienza la pintora y donde la poeta, pero sé que en esa frontera hay genio. Si nos vamos por la línea de su quehacer plástico, en ella imperan los azules, que son —dice la artista— el mar y los cielos que la dan cobijo. Azul es también su visión, su ser entero, su forma de comunicarse.

Su pintura está henchida de sabiduría, y cada una de sus pinceladas sobre el lienzo brota de sus entrañas.Romántica y generosa serían dos palabras para definir sus trabajos y hasta su forma de vida. Generosa y romántica. Con su mirada azul de pintora, diríase que casi todo se convierte en sagrado, en parte de todo lo visible y lo que no lo es. Su mundo es lo onírico y lo sensual. Contemplarla en el silencio de su gesto es vivir en lo inefable. Es todo un símbolo de paz y de alegría. Montserrat Faura, Gran Maestra Artesana Escultora de la Generalitat de Catalunya, siempre se ha mostrado reacia a la lisonja, y aunque muchas de sus obras se exhiben en museos de primer nivel de Europa y América, su mundo es discreto y para ella muchas veces sobran las palabras. Ella es imán que atrae cuerpos celestiales, etéreos, del material de los sueños. Ella es azul. Nicolás Duran de la Sierra, de la Gaceta del pensamiento, me pidió la presentación de Montserrat, mi esposa, desde un punto de vista estético. Me rebasa la tarea, lo confieso, pues su temática es muy amplia. Sin embargo, a los trabajos que ahora se brindan al espectador los titularía como Lágrimas de luz, aunque la propia artista prefiere —me dijo— el escueto Mudras. Mas este diálogo es mío.

Hablé de Montserrat como poeta y es que, para nuestro regocijo, pronto saldrá a la luz su primer poemario.

De sus versos ya hay constancia en diversas publicaciones, pero se trata de su primer plaquette y los versos se mezclan con los trazos, versos y trazos, trazos y versos… De regreso a la plástica, la mayor parte de la pintura aquí expuesta tiene como signo la delicadeza de sus trazos. Las manos emergen acariciadoras, sutiles, suavizando los sentidos. Indican lenguajes inspirados del mundo oriental, la cuna del alma ancestral.

En la serie Guerreras de la luz, ligada en lo íntimo con los Mudras, los rostros reflejan serenidad, En esta serie se despliegan los colores del Yax, el azul- verde, el tono que entreteje matices arbóreos, luminiscentes, coronados en conjunción con las aguas de mar y natura. Allí se encuentra la cuna en que se mece el espíritu pictórico de Montserrat.

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