El Minotauro

Nicolás Durán de la Sierra


Con ironía, hace varios años Rosendo Leal, quien aparte de a la abogacía practicó el periodismo, y a quien hoy se recuerda con el nombre de una de las pocas bibliotecas citadinas, acuño una frase aún vigente: “Pobre Cancún, con todos los vicios de las grandes urbes, y sin ninguna de sus virtudes…”. Así se refería al hondo desequilibrio que hasta hoy enfrenta el destino turístico.

No es esta una mera exageración retórica, no, ya que no sólo crecen las zonas marginales, con sus carencias obvias, o que día a día aumenta la delincuencia, sino también, entre sus taras, destaca de nuevo, el problema de la basura: los vertederos están a punto de rebase y no sólo en Cancún, sino en todo el Estado. Urge regular el crecimiento de nuestras ciudades.

La idea no es nueva, claro, y casi todos los gobiernos del municipio han planteado programas para ello, como el “20-20, de Carlos Cardín, que buscaba menguar la expansión urbana, pero todos han sido inviables, unos por venalidad y otros por desidia. La principal ciudad turística del país, pese a sus pocos años de fundación hoy presenta síntomas de vejez adelantada.

De allí la importancia del Plan Estatal de Desarrollo que presentara la gobernadora Mara Lezama, un proyecto no sólo para atajar la pobreza, lo que es vital, sino para regular el crecimiento de Quintana Roo y en especial de Cancún pues, de lo contrario, no habrán tiraderos que alcancen, ni policía suficiente para cubrir la seguridad, y en fin, seguirá el deterioro de la ciudad.

Por fortuna, el Estado genera los recursos propios para salir adelante y se tiene el apoyo federal, -la renovación y tendido de nuevas vialidades son un ejemplo-, pero con todo, posee también el record nacional de migración interna y ello aumenta el lógico déficit social. Estamos a tiempo de reorientar el desarrollo de nuestras ciudades y no dejar que las carencias nos rebasen.

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