Hace un par de días, en Querétaro y con todo el boato oficial, el gobierno federal celebró el 102 aniversario de la publicación de la Constitución Mexicana, la carta legal que nos gobierna. Sin embargo, la efeméride hoy dice poco o nada a la mayoría de la población fuera de que se trata de una más de las fechas útiles para hacer un “fin de semana largo”, tan pródigos en nuestro calendario festivo.
Mas esto no siempre fue así pues hace sólo unos años en las escuelas básicas las jornadas cívicas, con el civismo como materia, eran obligatorias; tenían por fin orientar la integración social del alumnado y crear conciencia patria con base en un bien entendido orgullo nacional. Los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, acabaron con todo esto, acabaron con el civismo.
La enseñanza del civismo debe ser revivida por el nuevo gobierno y, por fortuna, parece que así será. El sentido de patria no nace con el ciudadano, sino se inculca. No es gratuito que esos gobiernos hayan omitido la asignatura escolar. La Constitución no es herramienta para controlar al pueblo, sino utensilio del pueblo para controlar al gobierno” dijera el pensador norteamericano Patrick Henry.
Aunque pisoteada por los últimos gobiernos, adulterada para riqueza de unos pocos, nuestra Constitución está viva y debe reformarse para el bienestar de todos; los constituyentes del 1917, herederos del juarismo, nos dejaron una Carta Magna aún de avanzada como lo es en la laicidad del Estado, la gratuidad educativa básica y el derecho al trabajo con justicia social.
Es tiempo ya de retomar nuestra Constitución y abrir la puerta al Civismo.
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