El reciente intento de un grupo de regidores del Municipio Benito Juárez por cambiar, por mero lucro, el uso de suelo de varios predios turísticos y urbanos de Cancún, incluido el emblemático campo de golf Pok Ta Pok, puso de relieve otra vez la fragilidad del estamento oficial ante la insidia de los intereses empresariales bastardos.
Los cambios de uso de suelo, que envilecerían el Plan de Desarrollo Urbano de Cancún, fueron desechados a última hora gracias a la enérgica intervención de nutridos grupos de ciudadanos que se opusieron al atentado contra la calidad de vida de una ciudad que, día a día, a golpes de corrupción, ve como se desdibuja su futuro.
El presente texto, datado a finales de junio del 2009, luego de que se intentara por primera vez la desaparición del campo de golf ya referido, plantea consideraciones que van más allá del aspecto urbanístico para instalarse en el ámbito humano. Su valía entonces como ahora, es innegable.
Miguel Borge Martín
He procurado mantenerme enterado de la amenazante situación que enfrenta nuestro entrañable Pok-Ta-Pok. Tal vez no esté tan enterado, pero creo que desconocer detalles no es lo importante. No me importan demasiado los números de las escrituras que amparan las compraventas que se hicieron recientemente. Tampoco me parece inquietante el tamaño de las fracciones en que se subdividió el predio original. Menos me importan los nombres de los nuevos propietarios. Nada de eso me parece substancial o relevante.
Lo que sí me importa es que esas operaciones se hayan hecho con el avieso interés de pasar sobre nosotros y sobre la historia de nuestra ciudad, que es nuestra propia historia; sobre nuestra dignidad y sobre nuestra autoestima. Eso sí que me importa, y me importa mucho.
No se le puede hacer semejante daño a Cancún, porque nos harían daño a nosotros mismos; daño a nuestra esencia, a lo más profundo de nuestro ser.
Hablo del Cancún de nuestros días, y del Cancún del proyecto; del Cancún de los campamentos; del Cancún de las primeras obras de infraestructura y del Cancún de los primeros hoteles. Hablo también del Cancún en el que nacieron o dejaron su niñez y juventud muchos de los que hoy son los hombres y las mujeres de Cancún. Hablo de todos los Cancunes, que a lo largo de los años, confluyen y son el mismo Cancún. Este Cancún que entre todos hemos ido construyendo, en la búsqueda de más bienestar para todos.
Desde luego que es válido hacer negocios. Necesitamos que los inversionistas hagan negocios. Que inviertan y contribuyan a generar empleos y bienestar. Lo que no es válido es que se pretenda hacer negocio, pasando por alto que las inversiones deben estar comprometidas con la sociedad, con sus ideales de progreso
¿Cómo es posible que la idea de negocio pueda estar por encima de nosotros? Pero además, valiente negocio que finca su éxito en convertir un puñado de pesos en millonadas de dólares, sólo con modificar de un plumazo las normas que nos hemos impuesto, como resultado de lo que hemos aprendido a valorar nuestro medio, nuestra ciudad, el lugar en el que vivimos y el lugar del que vivimos.
¿Acaso se piensa que no existimos, o que si existimos no somos personas dignas, que valemos y merecemos respeto? ¿Acaso esta es la tierra de nadie, donde cualquiera puede venir a hacer y deshacer a sus anchas, sin que le importe otra cosa que no sea el dinero?
No queridos amigos, no estamos pintados y cometen un grave error quienes piensen que aquí no hay hombres y mujeres decididos a defender el lugar de su vida, de sus recuerdos y de sus éxitos.
He escuchado muchos argumentos, en diferentes partes del Estado, contrarios a los actos que se pretenden cometer en Pok-Ta-Pok. Se los digo porque, aunque seguramente muchos de ustedes ya lo saben, el malestar que generó la noticia de convertir a Pok-Ta-Pok en un apilamiento de acero, asfalto y concreto, provocó la indignación de muchos quintanarroenses, no sólo de los que aquí viven.
Cierto es que una barbarie de ese tamaño le ocasionaría un daño irreversible a Cancún. No se puede calcular la magnitud del daño, pero si se puede dimensionar y, por eso, podemos anticipar que sería un daño irreversible para quienes aquí vivimos, y una deuda impagable para quienes nos sucederán. ¡Esto no se puede permitir!
Ya hemos escuchado voces que han dicho, y lo han dicho bien, que se dañaría la estructura vial de la isla, que sabemos que es bastante frágil. También hemos escuchado decir que se sobre-saturaría la capacidad de abasto de agua potable y la del manejo de aguas negras, con todas las consecuencias que esto implica.
Pero hay algo que reviste la mayor importancia: el cuidado de nuestras escasas áreas verdes, que poco a poco han ido desapareciendo del paisaje, y que nunca regresarán. Áreas verdes que tranquilizan nuestra mirada y le imprimen un color y un aspecto agradables al entorno. Áreas verdes que forman parte de los atractivos que aprecian nuestros visitantes.
Cómo pensar siquiera en destruirlas, cuando deberíamos estar pensando en incrementarlas. De veras que el atentado contra Pok-Ta-Pok se antoja como algo inaudito, absurdo, increíble, inconcebible y censurable.
Aquí hay muchas voces de la sociedad dispuestas a defender una causa, no un capricho. Y que estemos aquí, frente a las oficinas de Fonatur, debería darles vergüenza a los responsables del propio Fonatur, que está en el origen de Cancún, pero pareciera no importarle su futuro.
Vergüenza le debería dar al Fonatur y a otras instancias de gobierno, estar involucrados en promesas para el sacrificio de Pok-Ta-Pok. ¡Mucha vergüenza, si la tuvieran! La densidad de uso del suelo es un parámetro directamente relacionado con la calidad de vida y en Cancún, que es un destino turístico de calidad mundial, también con la calidad de los atractivos y servicios que ofrecemos a quienes nos visitan.
Establecer usos del suelo y densidades de construcción, para armonizar el crecimiento y dirigirlo para alcanzar un mejor futuro, no es un capricho o una cuestión que deba tomarse a la ligera. Es una estricta necesidad para establecer orden, porque en el caos todos perdemos.
¡Qué triste tener que estar hoy aquí para reclamar que las autoridades respeten nuestros derechos y los derechos de nuestra ciudad, que son los de todos los cancunenses, cuando la autoridad debiera estar precisamente para protegerlos!
¿Será que no se dan cuenta, o será otra cosa?
Ojalá que las autoridades que tienen que abrir los ojos ante esta situación, lo hagan pronto. Es lo menos que podría esperar. Quiero manifestarles mi respaldo total. Decirles que me siento ahí parado junto a ustedes; que cuentan conmigo y que soy uno más de los que están decididos a salvar a Pok-Ta-Pok.
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